sociedad

[Entrevista] Matias Cortes, candidato a presidente FEUDLA Viña del Mar

Matías Cortés Valderrama es estudiante de cuarto año de Educación Física en la Universidad de las Américas sede Viña del Mar. Nació en Santiago y vive actualemente en la Región de Valparaíso, especificamente en la ciudad de Quilpue. Es bombero y fundador de la 5ta Compaía de Bomberos de Quilpúe y tiene un hijo de 10 años que se llama Benjamín. Hoy lidera un nuevo proyecto, esta vez político, como candidato a presidente de la federación de estudiantes de su universidad, intentanto generar un cambio inspirado en los los valores de la libertad y la solidaridad, desde los que pretende revitalizar la comunidad universitaria y fortalecer la autonomía de la Universidad de las Américas. ¿Porque quisiste incidir en la organización estudiantil nacional? Formamos un grupo capaz de afrontar cualquier situación y salir adelante. Éste tipo de equipos necesita la FEUDLA Viña del Mar en todo sentido para influir de forma interna y externa. En la actualidad, donde nos vemos amenazados y cuestionados por el Estado, es imperante alzar la voz y mostrar nuestra capacidad con acciones concretas. ¿Cómo definirías la misión de una federación de estudiantes en el entorno interno y externo de UDLA? Interno tenemos varias misiones. Una de estas es seguir con la formación de nuevos centros de estudiantes, fomentar la vida universitaria dentro del campus, lograr que el estudiante UDLA no vea el espacio universitario como un supermercado donde va a comprar algo y se retira. La Universidad es un espacio donde uno crece como persona, en un nivel académico pero tambien personal y emocional. Por otro lado, nuestra misión en el ámbito externo es difícil pero creemos que estamos más que preparados para lograr mostrar a la sociedad lo valioso que es el estudiantes UDLA en

[Francisco Costa] Fin al CRUCh

Hace unos días un experto en educación del Banco Mundial se refirió a la necesidad de terminar con el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, un resabio histórico de carácter monopólico que no justifica su existencia como organismo creado y privilegiado arbitrariamente por el Estado a través de la legislación. No hay argumento plausible para que esta organización subsista. Cada vez son más las instituciones “no tradicionales” que se destacan en docencia, extensión e investigación por sobre otras “tradicionales” que no sobresalen por su calidad ni por su rol público. El Cruch debería ser derogado por dos grandes razones: no resulta admisible en una democracia la existencia de un cartel universitario integrado y presidido por la propia autoridad educacional encargada de definir las políticas que afectarán a todas las otras instituciones excluidas y más importante aún, no se justifica la existencia de un cúmulo de instituciones privilegiadas cuando el foco de toda política pública deben ser las personas, dándole a ellas la posibilidad de escoger donde estudiar en atención a sus intereses, valores y proyectos de vida. Terminemos con el Cruch, concentrémonos en las personas.   Publicado en: El Mostrador / El Demócrata

[Francisco Costa] La gratuidad más cara

Visto ya que la pretensión de “gratuidad universal” del Gobierno es regresiva e impracticable, ha comenzado a escucharse la idea de un impuesto al graduado aplicable a los jóvenes que hayan finalizado sus estudios con asistencia estatal, iniciativa que ha sido reiteradamente rechazada por países que ya la han discutido (como el caso de Inglaterra u Holanda). La idea vulnera elementos de justicia que no pueden ignorarse: un egresado de altos ingresos pagará un impuesto que otra persona con los mismos ingresos pero que no pasó por la universidad no pagará; pagará el estudiante que estudie en Chile y no lo hará quien pueda costear sus estudios en el extranjero; pagarán más las personas que decidan estudiar las carreras de mayor complejidad, segregando aún más el desarrollo de capital humano avanzado a los sectores más acomodados. Y lo más preocupante de la lógica de este impuesto es que nos somete a un círculo de completa dependencia estatal, colocando al estado por sobre toda decisión relacionada con la educación superior.Esta política, en vez de propender a la emancipación y autodeterminación de las familias, las condena al eterno asistencialismo estatal y a una completa dependencia de los políticos de turno. Esta es la “gratuidad” que pide ciegamente la dirigencia de la CONFECH, la gratuidad que nos saldrá más cara.   LEER EN: La Tercera | El Demócrata | Mercurio Valparaíso | Austral de los Rios