Señor director:

Tras seis meses de retraso el gobierno anunció los resultados de la Encuesta Casen 2013, entendiendo la demora por la actualización de la metodología para medir la pobreza, algo que era necesario. Sin embargo, aun modernizada, los resultados siguen la tendencia que ha caracterizado a nuestro país hace años: una veloz reducción de la pobreza y una persistente desigualdad de ingresos.

¿Debieran preocuparnos los resultados, en tanto nos siguen posicionando como un país profundamente desigual? Mi opinión es que no, pues cuando en un país se produce un enriquecimiento generalizado, las tasas de distribución (antes y después) no debieran variar, porque todos -o casi todos- estamos mejor que antes. Para que en un país con una alta reducción de la pobreza tenga a su vez una alta disminución de la desigualdad de ingreso -que para algunos es el ideal- lo que debiera suceder es que a los “ricos”, el tramo superior en la escala 10/10, 20/20 o la que se prefiera, les vaya mal o no tan bien como antes. ¿Debería ser este el foco de atención? Repito: no. Lo que debiera preocuparnos es que los pobres sean cada día más ricos, y no que los ricos sean cada día más pobres.

Al parecer algo hemos hecho bien, pues si bien la desigualdad persiste, la pobreza se ha reducido al nivel que hoy podemos enorgullecernos de contar con una de las menores tasas de pobreza absoluta en Latinoamérica, y con un avance en su reducción como nunca se había visto. Es a esto a lo que debemos enfocar esfuerzos: a entregar más y mejores oportunidades para que la gente salga de la pobreza. ¿Qué importa si los ricos son más ricos, cuando los pobres también se hacen más ricos?

 

Juan Pablo Caneo
Director de Formación
Centro de Estudios Equidad Ξ

 

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