Señor Director:

En columna del 26 de enero, Javiera Arce, investigadora de Fundación Chile 21 señala como un gran triunfo establecer por medio de la ley determinados cupos a un sector postergado de la incidencia política en Chile: las mujeres. Si bien es una realidad, me parece que una medida así no es correcta, o es al menos indeseable, más si es permanente (como no es el caso). Finalmente una política de discriminación positiva termina generando grupos privilegiados (ya sea mujeres, comunidad LGBTI, segmentos etarios, étnicos, etc.), atentando contra la soberanía y la igualdad ante la ley; pilares del Estado de Derecho. El necesario cambio de paradigma pasa por una cuestión cultural; deben ser las mujeres plenamente partícipes de la vida social y política por sus méritos y atributos, que las hacen atractivas al electorado y no por un salvavidas impuesto desde el Estado. Entender esto es necesario, pues ser mujer u hombre es un dato más en la toma de decisiones respecto de quienes nos representan y no un imperativo exclusivo en dicha decisión. Cuidemos nuestra democracia representativa y elijamos por lo que los candidatos son y pueden ofrecer a la ciudadanía, no por sus características accidentales e involuntarias.

 

Diego Villalobos Leon
Director Creativo
Centro de Estudios Equidad Ξ

 

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